El gobierno federal de Canadá ha anunciado un cambio significativo en su política de ciudadanía, dirigido a los llamados “canadienses perdidos”. Este término se refiere a aquellos canadienses nacidos en el extranjero que, debido a una legislación anterior, no podían transmitir su ciudadanía a sus hijos nacidos fuera del país.
NUEVA LEGISLACIÓN PROPUESTA
El ministro de Inmigración, Marc Miller, presentó el jueves una legislación que revierte la “regla de corte de segunda generación” implementada por los conservadores en 2009. Esta regla había sido declarada inconstitucional en diciembre pasado por un tribunal de Ontario, que dictaminó que tenía un impacto desproporcionado sobre las mujeres.
“No hay duda de que la ciudadanía canadiense es altamente valorada y reconocida en todo el mundo”, dijo Miller. “No todos tienen derecho a ella, pero para quienes lo tienen, debe ser justa”.
Según la nueva legislación, los padres canadienses deberán demostrar que han pasado al menos tres años en Canadá antes del nacimiento o adopción de su hijo para ser elegibles para transmitir su ciudadanía.
REPERCUSIONES HISTÓRICAS
Don Chapman, quien acuñó el término “canadienses perdidos” y tuvo que volver a solicitar la ciudadanía canadiense él mismo, calificó la propuesta legislativa como “trascendental”.
“Este proyecto de ley será la primera vez en la historia de Canadá que las mujeres logren los mismos derechos que los hombres en la Ley de Ciudadanía”, afirmó Chapman.
La NDP criticó de inmigración, Jenny Kwan, quien ayudó a redactar la legislación, también elogió el proyecto de ley y destacó las historias de familias separadas debido a la ley anterior.
CONTEXTO Y CRÍTICAS
La regla de 2009 fue introducida por el ex primer ministro Stephen Harper como una medida para controlar a los llamados “canadienses de conveniencia”. Esta normativa privaba a los hijos de canadienses nacidos en el extranjero de su derecho automático a la ciudadanía. El cambio fue en respuesta a la operación de evacuación de ciudadanos canadienses del Líbano durante la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá, que costó a los contribuyentes aproximadamente 85 millones de dólares.
El profesor de ciencias políticas de la Universidad de McGill, Daniel Béland, destacó los pros y contras de los canadienses viviendo en el extranjero. “Pueden ser una carga para el gobierno en caso de evacuaciones durante conflictos armados, o si regresan al país para buscar atención médica”, señaló. “Pero también son una fuente potencial de prosperidad económica, ya que las diásporas juegan un papel crucial en las economías nacionales”.
Sin embargo, no todos están de acuerdo con la nueva legislación. El crítico de inmigración conservador, Tom Kmiec, calificó los comentarios de Miller como “engañosos” y criticó la gestión del sistema de inmigración por parte del gobierno de Trudeau.
“Justin Trudeau ha roto nuestro sistema de inmigración y ha permitido que el fraude, el caos y las demoras corran desenfrenados”, dijo Kmiec en un comunicado a Global News.
CONCLUSIÓN
La nueva legislación representa un paso significativo hacia la justicia y la igualdad en la Ley de Ciudadanía de Canadá. Aunque aún queda por ver cuántos ciudadanos serán agregados bajo estos cambios propuestos, el impacto potencial es grande, restaurando derechos a aquellos que se habían visto injustamente privados de ellos.